Hay un grupo de mujeres abortistas, de ministras que hablan en nombre de “las” mujeres, no hablan en nombre de las de su grupo sino en el de todas las mujeres, pues a mí que me borren, no quiero el derecho al aborto ni para mí ni para mis hijas, en ningún supuesto. Es más si en algún momento estando en situación extrema, difícil, en la que esté tan angustiada que no pueda pensar quiero mi derecho a que me lo impidan.
Muchos niños están siendo eliminados, matados sin tan siquiera haber recibido un beso una caricia, y lo hacen en el lugar más sagrado y protegido hasta ahora, el seno materno; los niños elegidos, protegidos los que dan la talla al menos reciben consuelo cuando son aparentemente agredidos (vacunas, heridas…), pero a los que no dejan nacer, los que no dan la talla esos ni un pequeño gesto de cariño reciben de sus padres ante tan brutal agresión. Me consuela saber que muchas mujeres con grandes dificultades y que viven en la miseria protegen la vida de sus niños, otras no tan “ilustradas” ni tan supuestamente liberadas, arriesgan su vida ocultando su embarazo para que no las obliguen a abortar, deduzco que ellas tampoco quieren este derecho que les regalan (sí muchos otros), gracias a una de esas mujeres el Señor me regaló a una de mis hijas, le pido a Dios que bendiga a cada una de ellas.
No quiero ni la ley anterior ni la nueva que no me impide abortar, no es un debate superado como le oí a un político, no está superado porque siguen muriendo niños, bebes o fetos según su desarrollo, no quiero callar porque piensan que otorgo y se atreven a hablar en mi nombre.
Le doy gracias a Dios porque me regaló
Manuela